(09 de noviembre de 2007)

"Hace años, muchos años, vi por primera vez a los "trileros", hacían juegos malabares con tres cartas de una baraja sobre una mesa improvisada, los viandantes tenían que adivinar dónde estaba el as de oros y era muy sencillo, extremadamente sencillo, hasta que el futuro estafado ganaba un poco de dinero, después era sencillamente imposible, hasta que el pagano se quedaba sin un duro. En ese momento actuaba el "enterrador".

 

Él era el encargado de convencer al que había dejado de ser presunto pagano, para convertirse en damnificado cierto, de que no debía enfadarse, que aquellos individuos que le habían desplumado eran mala gente, delincuentes armados y peligrosos y que una persona honrada y de la calidad humana del tolili no debía meterse en mas líos, que al fin y al cabo había tenido suerte por haber perdido "solo" todo su dinero. El "enterrador" es el último elemento de una compañía de herederos de la picaresca que tiene además "ganchos" que animan, "avisadores" que avisan cuando ven aparecer a las fuerzas del orden y el maestro trilero, verdadero malabarista a mitad de camino entre el máster en oratoria y el doctorado en habilidad manual.

("Historias de Internet. J.J. Blanco. TABOO Ediciones).

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